Decidido a explorar hasta
el último rincón de las relaciones conflictivas de los triángulos
amorosos, Hitchcock se embarca en un nuevo proyecto con guión suyo y
de Eliot Stannard. El resultado fue para su creador muy
satisfactorio, pues llegó a decir que después de El enemigo de las
rubias que El Ring era la segunda película que más se adaptaba al
estilo de Hitchcock.
Bob (Ian Hunter, a quien
vereos en Downhill) es un boxeador ocasional, un pícaro buscavidas
que se enamora de la cajera de una barraca de feria en la que lucha
Jack Sander (Carl Brisson), campeón de pesos pesados en su mocedad
y, enamorado de la muchacha desde hace tiempo; Bob le compra a la
chica, Nelly (Lilian Hall Davies), una pulsera para mostrar su
interés y, advirtiendo Jack el movimiento de su adversario, le pide
matrimonio a Nelly mediante un anillo, propuesta que es aceptada:
simbólicamente, mientras le está introduciento el anillo en el
dedo, el brazalete que le regaló Bob se cae de su brazo al suelo y
con él, las esperanzas de que algún día Nelly sea suya. Para
Truffaut, la pulsera representa a una serpiente, que alude claramente
al pecado original. Al igual que en Champagne y Ricos y extraños, la
joven pareja celebra mediante el exceso la felicidad del enlace:
beben champán, acuden a bailar el charlestón y se emborrachan, a
resultas de lo cual, Jack pierde la forma esculpida durante horas de
entrenamiento y Nelly comienza a coquetear con su antiguo
pretendiente, que se ha convertido en una estrella del boxeo.
Hitchcock retrata el ambiente de las fiestas berlinesas que vivió con
su esposa, Alma Reville, responsable ulterior de muchos de esos tríos
de ficción (Stopo cuenta cómo Alma invitaba a su esposo a que
formara con ella y otra mujer algún trío, sugerente propuesta que
Hitchcock se negaba a aceptar). Cuando Hitchcock y Alma se conocieron
en Parín durante el rodaje de De mujer a mujer (Woman to Woman,
1922) de Graham Cutts, ella era una experimentada montadora, y él
coguionista y escenógrafo.
Jack y Bob terminan
enfrentándose en el ring para medir sus fuerzas y Bob dirriba con
saña a su adversario aprovechando las veces que mira a su mujer, que
se encuentra entre el público. Ahora que Jack está vencido, la
historia da un giro radical y Nelly no siente sino rechazo hacia el
nuevo campeón: arroja el brazalete que Bob le regaló al suelo y él
lo recibe de manos de su entrenador como si de una materialización
del desdén se tratase. Hitchcock acaba de filmar otro cuento moral,
en el que sobrevive un juicio ético en el tono tragicómico del
cuadrilátero. Un Hitchcock insólito nos habla por primera vez y, si
no única, sí excepcional ocasión, del platonismo: lo que define
una relación es el hecho de amarla con un amor rodeado de tinieblas,
tan densas como las que impedían salir a los habitantes de la
caverna de Platón.
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